La  patria en el tiempo es una casa que se parece a un río

Reseña de Cédula de extranjería, de Alberto Rodríguez Tosca

Fabián Andrés Rodríguez González 

POR

Julio 27 2023
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“Los libros hermosos están escritos

en una especie de lengua extranjera”  

Marcel Proust

 

“El extranjero sabe que las piedras que pisa no son suyas”; camina por calles ajenas, inventa rutas, tardes, estaciones lejanas. El extranjero nunca sabe cuándo va a regresar. Desconoce mapas y puntos cardinales. Con el extranjero, en cada esquina, nace una ciudad, un país, la noche. Toca a la puerta de sí mismo para encontrarse con ese otro que también abandonó su patria y envío cartas y postales de viaje. Es aquel que ha perdido su cédula de extranjería y ahora su única forma para identificarse es repasando su rostro en el espejo de un cuarto de hotel al tiempo que se pregunta: “¿quién somos yo?”. 

 

            Nacido en la Habana, Cuba, en 1962, Alberto Rodríguez Tosca llegó a Bogotá en 1994 como invitado (extranjero) al III encuentro de poetas hispanoamericanos organizado por la revista Ulrika. Dentro de sus libros de poesía publicados encontramos Todas las jaurías del rey (1987), Otros poemas (1992), El viaje (2003), Escrito sobre hielo (2006), Las derrotas (2008) y, finalmente, Cédula de extranjería (2016), publicado póstumo a la muerte del autor, libro que reúne treinta poemas divididos en tres partes: “Patria en el tiempo”; “No. 291294”; y “Prófugo de servicio”, en el cual se cuestiona la naturaleza óntica del extranjero, su identidad y su relación con la figura del poeta. 

            

            Por un lado, el extranjero de Tosca es, ante todo, una figura que pone en tensión las lógicas instrumentales y burocráticas de las instituciones políticas, sociales y culturales que quieren determinar o definir lo que significa ser extranjero. Frente a este imaginario, Tosca nos propone una mirada  mucho más amplia de la extranjería que nos permite comprender esta categoría como parte de la relación estrecha entre literatura y sociedad. De esta forma, el extranjero ya no se reduce al absurdo de un número de identificación, sino que cobra un nuevo sentido que parte de la experiencia de interpelar la identidad a través de la pregunta ¿quién somos yo? como punto de partida de la crisis del ser. La incongruencia entre el sujeto y el verbo (yo + somos) acentúa una mirada doble de la identidad del ser-extranjero que no se puede reducir a un número: 291294. Esa no-concordancia, que nos hace pensar también en una colectividad en la que todos somos, en cierta forma, extraños frente al otro y frente a sí mismos, complejiza los límites del Yo-extranjero.

 

Ahora bien, la experiencia de la extranjería se bifurca en una doble vía mediada por su relación con el otro: el anfitrión. El extranjero en Tosca se presenta tanto en aquel que proviene de un territorio ajeno con una mirada extraña como con la persona que hospeda y recibe al viajero. Es decir, el extranjero es al mismo tiempo anfitrión de sí mismo y con esta condición, de identificación con el otro, el Yo-extranjero sale a caminar por esa ciudad ajena, en la cual se reconoce a sí mismo como tal, como un extraño/extranjero que ha emprendido un viaje interior buscando la patria del ser en el tiempo: una casa que se parece a un río. 

 

En este sentido, la noción de extranjería va más allá de unas relaciones diplomáticas entre un Hospes/Hostis. El escritor cubano delinea unas fronteras que posibilitan el diálogo entre dos visiones de mundo: el del extranjero y el del poeta como una relación óntica: 

 

-¿Nombre?

-Alberto.

-¿Número de cédula?

-291294.

-¿Profesión?

-Poeta.

¿Nacionalidad?

-Extranjero.

Poeta y extranjero. No, señor. Nadie puede tener por nacionalidad la profesión que ejerce. Poeta y extranjero son los primeros síntomas de la misma inmortal enfermedad. Decídase por uno de los dos, y después hablamos (Tosca, 2014, p. 52)

Para Tosca, el extranjero se convierte en la imagen simbólica del poeta que da  testimonio del viaje, del cruce, del encuentro, de las retóricas peatonales de aquel que va de un lugar a otro, sin tiempo, sin casa, insiliado, a través de una poética igualmente extranjera. Así, la escritura  propuesta en Cédula de extranjería pone en contacto a la poesía con otras experiencias y lógicas del lenguaje como aquellas en las que el poeta atina a acentuar una gran variedad de pulsaciones cercanas al ritmo de la prosa, de la conversación, de lo enciclopédico, u otras expresiones verbales. De esta forma, el autor nos ofrece una posición que pone en tensión no solo las formas poéticas, sino además el diálogo entre sujeto poético y sujeto político en la construcción de una identidad tanto del género de la poesía como del extranjero/poeta.

 

 En cuanto a su forma, en Cédula de extranjería las escrituras rumian otros tipos de texto distintos a los de la poesía. De modo que, aflora un mecanismo que refuerza el diálogo entre diferentes tipos de lenguajes que produce una disolución de fronteras literarias como punto de entrada a la lectura de un texto híbrido. Los poemas de Tosca comprenden un gesto que funciona como signo de apertura que supera los límites del mismo poema. Desde esta perspectiva, el lector conquista distancias que suelen tenderse entre variadas estructuras discursivas y permite reconocer el sentido de una escritura extranjera que va de un territorio a otro buscando un hospes-lector que le acoja, un lector-patria: 

 

Patria

s.f. Lugar, ciudad o país en que se ha nacido           

y a la que se pertenece por distintos vínculos.

Patriota, patriotero, apátrida.

            Pequeño Larousse

El universo poético de Tosca  nos permite explorar posibilidades de lectura que subraya la discontinuidad del texto, marcando la trascendencia del mismo poema que se inventa en la ruptura de las brechas que restringen, muchas veces,  el paso de un género a otro. Tosca, un poeta que escribió con una especie de lengua extranjera y que vale la pena revisitar y reconocer en él un inventario de ciudades, calles y tardes, de una patria erigida en las raíces del tiempo y la palabra. el poeta de  Cédula de extranjería encarna la mirada de aquel ve el mundo por primera vez. Son páginas sueltas de  una ciudad y de sus transeúntes; la expresión viva del oficio de caminar, de camino interior. Aquí el lector huye por pasadizos, a pedazos, en los que la acción transcurre en una página en blanco o repetida o con fechas que no son las de los calendarios. Invitamos al lector, al viajero, al extranjero, al extraño a sumergirse en estas páginas de la memoria y sus calles. Al tratar de  rescatar el trabajo de Alberto Rodríguez Tosca, nos llega del otro lado la extranjería del olvido, de “continuar vagabundeando a solas, entre montañas de cemento jaspeado, troncos baldíos, viscosidades, lumínicos umbrosos, mientras nos intercepta la mañana para encomendarnos la restauración de las equivocaciones de ayer”.

 

Recomendado para leer en la fila de espera para renovar la cédula.

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